Mark Hertz cree vivir en un mundo perfecto. Un mundo sin crimen, sin hambre y, por supuesto, sin libre albedrío. Todos, sin excepción, siguen la programación diaria que les da el sistema al pie de la letra. Pero un día Mark conoce a Joyce y ella lo tienta a hacer algo fuera de su programación, lo que iniciara una reacción en cadena. Las autoridades lo saben y de pronto Mark es despojado de su vida: se ha convertido en una bacteria, un parásito para esa sociedad. Y, como tal, deberá ser eliminada. Así, en este mundo donde te dicen cuándo y qué hacer, Mark descubrirá lo que hay más allá de los límites impuestos por las computadoras.
Y lo primero que descubre es que ya nadie puede ayudarlo: sus amigos, como él, solo cumplían con las actividades programadas. Ahora que Mark no existe, nadie se preocupa por él, ningún programa indica que se le debe ayudar. Solo Shelly se anima. Pero ella ha sido manipulada por los agentes del sistema, y su fracaso es visto como parte de la infección que Mark, la bacteria, está provocando en la sociedad.
Mark descubre cómo sobrevivir buceando en las pequeñas islas de caos dentro del orden programado por las computadoras. Su principal amenaza es Townland, el encargado de erradicarlo. Townland contrata un grupo de profesionales para que se ocupen del tema. De pronto Mark comprende: Townland es otra pieza atrapada en la red, otra persona descartable que debe cumplir una programación. No hay forma de escapar de ese destino diseñado por las máquinas: él y Townland tienen que ser adversarios aunque no lo deseen. Y entonces conoce a Lynn, miembro de un grupo que planea acabar con todo ese orden programado donde una bacteria puede ser la semilla del caos. Comprende la necesidad de patear a la humanidad para que salga del letargo.
Por supuesto que lo logra con su propia ciudad. Al menos eso cree, hasta que descubre la verdadera realidad detrás del nuevo caos que ayudó a desatar: no es la primera vez, ni la última, que lo hace. Por un instante se le permite recordar. Justo antes de despertar, sin ninguna memoria de una vida anterior, en una nueva ciudad y dispuesto a seguir con las actividades programadas como cualquier otro día de su vida sin sospechar que un nuevo ciclo ha comenzado.
Un hombre acostumbrado a seguir al pie de la letra cada una de las actividades dictadas por las computadoras, de pronto debe tomar sus propias decisiones.
Una joven programada para un encuentro sexual. Ella lo invitará a desobedecer y despertará la “bacteria” dormida en Mark.
Un agente de control de programación firmemente determinado a acabar con la amenaza que Mark representa.
El verdadero artífice de todo, el titiritero que controla la vida de Mark. Él se ocupa de introducir a Mark en una ciudad para destruirla desde su interior, como una verdadera bacteria.
Guión: Eduardo Mazzitelli
Dibujo: Alberto Saichann
Mark Hertz cree vivir en un mundo perfecto. Un mundo sin crimen, sin hambre y, por supuesto, sin libre albedrío. Todos, sin excepción, siguen la programación diaria que les da el sistema al pie de la letra. Pero un día Mark conoce a Joyce y ella lo tienta a hacer algo fuera de su programación, lo que iniciara una reacción en cadena. Las autoridades lo saben y de pronto Mark es despojado de su vida: se ha convertido en una bacteria, un parásito para esa sociedad. Y, como tal, deberá ser eliminada. Así, en este mundo donde te dicen cuándo y qué hacer, Mark descubrirá lo que hay más allá de los límites impuestos por las computadoras.
Nació en Mar del Plata en 1946. Se inicia profesionalmente en la historieta en 1968 en la revista Casco de Acero dibujando una historieta bélica unitaria, trabajos para los libros de bolsillo de la Colección Bisonte e historietas del Oeste para Furia Blanca y otras revistas de la editorial Tiempos Modernos (luego Rem‑ Vaz) como Gran Album de Aventuras. A esa etapa inicial de su producción pertenece también “Congo, Angola, Arizona”, publicada en la revista Top en 1971 y otras ambientadas en el Oeste americano con guión de Ray Collins. Inte ...
Leer másNació en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, el 4 de noviembre de 1952. Inició su carrera en la Editorial Columba. Su primer guión publicado se llamó “El crimen del río” y fue publicado en la revista Fantasía, de Editorial Columba. Más tarde, gracias a la intervención del dibujante Gerardo Canelo, le avisó que Alfredo Scutti, director de Ediciones Récord, estaba buscando guionistas. Sus guiones gustaron y se publicaron tanto en la Skorpio argentina, como en la versión italiana editado por la entonces Eura Editoriale. A partir de los años 90' ha realizado una ...
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