En la calidez de su hogar parisino, Monsieur Bayon ha decidido escribir sus memorias para transmitir sus vivencias en aquella lejana porción de tierra conocida como “la pampa”, en un país (quizás más una ciudad) cuyo único deseo parece ser convertirse en una copia fiel de su amado París. Recuerda que llegó a Buenos Aires en septiembre de 1875 a causa de su nuevo trabajo como corresponsal para la publicación “Revue des deux Mondes”, y en su camino a encontrarse con el ministro de guerra se cruza con el sargento Medina. Ese breve encuentro, donde el soldado rechaza su ayuda, ya le da una idea de la clase de hombres que encontrará en estas tierras. Su conversación con el ministro también resulta breve: el joven no se deja disuadir para volverse a Francia o, al menos, quedarse en Buenos Aires y escribir desde allí. No queda otro remedio que asignarle una escolta para llevarlo hasta un fortín en la frontera con el indio, y el destino le presenta otra vez al sargento Medina. Así, ambos viajan hasta Chivilcoy y desde allí, un largo viaje a caballo hasta el fortín.
En parte por el viaje, en parte por su oficio de periodista, el joven francés logra soltarle la lengua al curtido soldado. Así se entera cómo el cacique Pincen asesinó a sus hijos, de la venganza que Medina ha jurado. Pero hay más historia en ese hombre, Bayon lo intuye y de a poco lo hará hablar. Y es en el fortín, donde la llegada de un baqueano de apellido Ríos empieza a desenredar la madeja de la enemistad que enfrenta a esos dos hombres: resulta que ambos se han enamorado de la misma mujer. Rosario, tal es su nombre, ahora es una de las tantas cautivas que Pincen tomó en sus malones contra los pueblos del hombre blanco. De a poco, el joven Bayon reconstruye la historia de esos dos hombres. Y, otra vez el destino, el ataque al fortín coloca a los tres en manos de Pincen.
Bayon ya no es el “señorito” francés que llegó al fortín, divirtiendo a los soldados. Ahora que debe enfrentar la certera posibilidad de la muerte, reacciona a la par de aquellos hombres que no tienen otra salida más que ser valientes. Y en la ejecución del plan para escapar, encuentran a Rosario. Y a su hijo. El hijo de Pincen. Para desgracia del soldado y el baqueano que disputan su amor, ella ha elegido y no es ninguno de ellos. Pero entonces llega el comandante Varela y arrasa con la toldería. Asesina a pincen a sangre fría y encuentra su propia muerte a manos de Rosario. Ella también muere y los dos hombres, que ya no están enemistados, deciden hacerse cargo de su hijo. Como si fuera de ellos también.
Bayon escribió sobre la aventura que esperaba encontrar en esas tierras agrestes, y escribió sobre el honor y las miserias que halló en su lugar. En la falta de piedad del hombre civilizado, y la compasión de aquellos salvajes. Pero nada de eso fue publicado. Sus editores maquillaron sus artículos y ahora, que una nueva guerra se avecina sobre Europa y le recuerda la verdadera naturaleza humana. Por eso decidió escribir sus memorias. Quizás alguien entienda, como él lo hizo, lo inútil que son las guerras.
Joven periodista que llega a Buenos Aires con la fantasía de descubrir una tierra de pintorescas aventuras que le otorgarán fama en su carrera.
Un campesino que su enroló en el ejército luego de que Pincen asesinara a sus hijos y raptara a la mujer que amó.
Un baqueano que trabaja con el ejército para encontrar y rescatar a su amada raptada por Pincen. Se trata de la misma mujer que ama Medina y por ello se odian a muerte.
Una hermosa mujer que ha cautivado los corazones de Ríos y Medina por igual, provocando la enemistad de dos hombres destinados a ser amigos. Es raptada por el cacique Pincen, a quien elige como dueño de su corazón.
Comandante del fortín al que llega Bayon.
Cacique indio que lidera la resistencia al hombre blanco junto a otro cacique llamado Catriel.
Uno de los tantos responsables en la guerra de extermino que diezmó la población india.
Guión: Alicia Macias
Dibujo: Enrique Breccia
En la calidez de su hogar parisino, Monsieur Bayon ha decidido escribir sus memorias para transmitir sus vivencias en aquella lejana porción de tierra conocida como “la pampa”, en un país (quizás más una ciudad) cuyo único deseo parece ser convertirse en una copia fiel de su amado París. Recuerda que llegó a Buenos Aires en septiembre de 1875 a causa de su nuevo trabajo como corresponsal para la publicación “Revue des deux Mondes”, y en su camino a encontrarse con el ministro de guerra se cruza con el sargento Medina. Ese breve encuentro, donde el soldado rechaza su ayuda, ya le da una idea de la clase de hombres que encontrará en estas tierras. Su conversación con el ministro también resulta breve: el joven no se deja disuadir para volverse a Francia o, al menos, quedarse en Buenos Aires y escribir desde allí. No queda otro remedio que asignarle una escolta para llevarlo hasta un fortín en la frontera con el indio, y el destino le presenta otra vez al sargento Medina. Así, ambos viajan hasta Chivilcoy y desde allí, un largo viaje a caballo hasta el fortín.
Nació en Buenos Aires en 1945. Se inicia profesionalmente a mediados de los años sesenta realizando ilustraciones para la Editorial Difusión y en 1968 participa junto a su padre ilustrando la vida del Che Guevara sobre guión de Hector Oesterheld. Vuelve a colaborar con su padre al año siguiente en la segunda versión de El Eternauta tras lo cual desarrolla su propia carrera colaborando con la editorial inglesa Fleetway. Para las revista Linus y Alterlinus y sobre sobre guiones propios Enrique Breccia dibuja tres series ambientadas respectivamente en la Guerra de Argelia, la Revolución M ...
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