Cipango era el nombre con que se conocía al Japón en el siglo XVI. Allí vivió un hombre llamado Oda Nobugama, cuyo poder llegó a ser mayor que el del propio emperador pero que no podía engendrar un heredero. Su angustia lo llevó a ofrecer un cofre de oro a la mujer que fuese capaz de darle un hijo. Y una mujer llegó, trayéndole un hijo ya nacido. Y le cuenta una historia. Años atrás, un hombre proveniente de Génova llamado Niccolo Zenno, pasó sus últimos días en China. Tuvo un hijo al que bautizó Andrea. Pero no pudo disfrutarlo demasiado porque el destino parecía empecinado en quitárselo. Aun así, Niccolo decidió enfrentarlo. Desafío a la mujer más poderosa de Macao. Se burló de la naturaleza que con una tormenta le arrebató la vida, porque logró esconder a su hijo en un barril. Y allí estaba ese niño, frente al poderoso Nobugama. Cuando la mujer deja la fortaleza del poderoso samurái, lleva consigo un cofre de oro en lugar del niño rescatado del mar.
Años después, cuando Andrea es un hombre adulto, no puede proteger a su padre adoptivo de la traición de quienes envidian su posición de poder. Y obedeciendo la voluntad de Nobugama, huye para salvar su propia vida. Pero jura vengarse y nada evitará que cumpla ese juramento. Así llega ante la poderosa mujer de Macao, la misma que quiso asesinarlo cuando era solo un bebé. Forja una alianza para crear un ejército y conquistar el Cipango. Podría lograrlo, si el destino no se interpusiera. Esta vez en forma de traidores codiciosos que pretendían venderlo a sus enemigos. Y aunque logre obtener el oro necesario para su ejército al vencer una maldición, los augurios que le presenta la naturaleza claman por hacerse oír. Claman por recordarle la voluntad de su padre adoptivo. Claman para que viva la vida y no sucumba en la hoguera de la venganza.
Por eso, cuando llega un emisario de Génova buscando al heredero Zenno, la mujer que lo ama lo traiciona para entregárselo al emisario de Europa. Ella asume su rol en la venganza, ella se deja consumir en esa hoguera, para que Andrea viva. Tal como sus dos padres quisieron.
Poderoso guerrero allegado del emperador que toma bajo su cuidado al hijo de Niccolo Zenno.
Hijo un noble genovés llamado Niccolo. Criado por Nobugama, se convierte en un consumado guerrero llegando a ser conocido como el samurái blanco.
La mujer poderosa de Macao a quien los Zenno, padre e hijo, despojan de su máscara de hielo, forjada con orgullo y ambición, para recordarle que es solo una mujer.
Una criada que un anciano le vende a Andrea para que lo guíe hacia una inmensa riqueza. Se convierte en su amante y su traidora. Llega a amarlo tanto que lo pone en manos de su familia europea y asume como propia su venganza, todo para cumplir con la voluntad de sus dos padres.
Guión: Eduardo Mazzitelli
Dibujo: Daniel Müller
Cipango era el nombre con que se conocía al Japón en el siglo XVI. Allí vivió un hombre llamado Oda Nobugama, cuyo poder llegó a ser mayor que el del propio emperador pero que no podía engendrar un heredero. Su angustia lo llevó a ofrecer un cofre de oro a la mujer que fuese capaz de darle un hijo. Y una mujer llegó, trayéndole un hijo ya nacido. Y le cuenta una historia. Años atrás, un hombre proveniente de Génova llamado Niccolo Zenno, pasó sus últimos días en China. Tuvo un hijo al que bautizó Andrea. Pero no pudo disfrutarlo demasiado porque el destino parecía empecinado en quitárselo. Aun así, Niccolo decidió enfrentarlo. Desafío a la mujer más poderosa de Macao. Se burló de la naturaleza que con una tormenta le arrebató la vida, porque logró esconder a su hijo en un barril. Y allí estaba ese niño, frente al poderoso Nobugama. Cuando la mujer deja la fortaleza del poderoso samurái, lleva consigo un cofre de oro en lugar del niño rescatado del mar.
Nació en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, el 4 de noviembre de 1952. Inició su carrera en la Editorial Columba. Su primer guión publicado se llamó “El crimen del río” y fue publicado en la revista Fantasía, de Editorial Columba. Más tarde, gracias a la intervención del dibujante Gerardo Canelo, le avisó que Alfredo Scutti, director de Ediciones Récord, estaba buscando guionistas. Sus guiones gustaron y se publicaron tanto en la Skorpio argentina, como en la versión italiana editado por la entonces Eura Editoriale. A partir de los años 90' ha realizado una ...
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