Cuando las multinacionales tomaron posesión de casi todo el Amazonas que en una época perteneció a Brasil, también tomaron posesión de sus habitantes. Fuerzas paramilitares fueron contratadas para controlar a esa población que sólo podía elegir entre ser esclavos o morir. Y de esa constante opresión nace el Urubú, un moderno Robin Hood que pelea contra las corporaciones con tácticas de guerrilla. Nadie sabe quién es, pues esconde su rostro tras una máscara, pero tiene oídos en todas partes. Especialmente en el bote Beija Flor, un improvisado prostíbulo regenteado por la hermosa Samba donde acuden ejecutivos y soldados a satisfacer todos su apetitos. La propia Samba, antes alejada de esos menesteres, decide involucrarse más cuando recibe la noticia que morirá pronto por culpa de un cáncer. Así, gracias a la información obtenida en la intimidad, el Urubú ataca y provoca enormes pérdidas entre las organizaciones que destruyen sin piedad el antes llamado pulmón del mundo. Claro que las empresas no dejarán que esos ataques persistan y queden impunes. El orgullo, pero sobre todo las ganancias, son fuerzas muy poderosas.
Por eso contratan mercenarios experimentados. Y aunque el Urubú tiene adeptos leales hasta la muerte, siempre hay quien se deja tentar por el reflejo del oro y el olor de los billetes. El Urubú es traicionado por una de las prostitutas. Samba acude informar al héroe anónimo del Amazonas sobre una importante reunión de los directores de las multinacionales sin saber de la traición. Tampoco advierte que la están siguiendo. Inocentemente, es ella quien termina de sellar el destino del Urubú. Lo atrapan y llevan ante los directores. Pero esa victoria es una derrota al descubrir la identidad del Urubú y la venganza que les ha preparado. La muerte les llega a todos: al urubú, a los ejecutivos, a los mercenarios, a todos. Por un momento, la naturaleza parece haber ganado.
Obviamente no es así, la obtención de ganancias y poder ejerce una terrible influencia en los hombres. Ellos no van a dejarse vencer por la naturaleza ahora que el Urubú está muerto. ¿O no lo está?
La dueña del Beija Flor, un prostíbulo que sirve como fuente de inteligencia para la actividad del rebelde Urubú. Es viuda y la única que conoce en persona al misterioso héroe.
Líder de la resistencia contra esas grandes corporaciones que pisotean todo lo que se interpone entre ellos y las ganancias económicas.
Gerente de la Kingdom Enterprises, una de las empresas propietarias del Amazonas.
Titular de Cameron Incorporated. Samba se deja convencer para ser su amante sólo porque puede extraerle información (algo que también es parte de la venganza del Urubú).
Una prostituta del Beija Flor que se deja seducir por el dinero y traiciona la rebelión del Urubú.
Guión: Emilio Balcarce
Dibujo: Lucho Olivera
Cuando las multinacionales tomaron posesión de casi todo el Amazonas que en una época perteneció a Brasil, también tomaron posesión de sus habitantes. Fuerzas paramilitares fueron contratadas para controlar a esa población que sólo podía elegir entre ser esclavos o morir. Y de esa constante opresión nace el Urubú, un moderno Robin Hood que pelea contra las corporaciones con tácticas de guerrilla. Nadie sabe quién es, pues esconde su rostro tras una máscara, pero tiene oídos en todas partes.
Nacido en 1956, Argentina. Guionista y periodista. Emilo Balcarce, quien en realidad quería ser dibujante, pero gustaron más sus guiones que los dibujos, y como quería hacer historietas sea como fuere, continuó como guionista. Alberto Salinas, hijo del gran ilustrador Jose Luis Salinas, fue su padrino de forma casi casual. La madre de Balcarce que era enfermera lo atendió y le mostró sus historietas, y el lo presento en Ediciones Record. Trabajando alli con Lucho Olivera, Juan Zanotto, Juan Giménez, Arturo del Castillo,Eugenio Zoppi, Meglia y Enrique Breccia. Trabajando desde e ...
Leer másCorrientes, 25 de mayo de 1942; Buenos Aires, 11 de noviembre de 2005 Olivera nació en Corrientes (Capital), donde estudió dibujo y pintura con Rubén Vispo. A los 20 años dejó la ciudad para trasladarse a Buenos Aires, donde publicaría sus primeros dibujos en Vea y Lea y Leoplán mientras estudiaba en la Escuela Panamericana de Arte con Hugo Pratt y Alberto Breccia; su estilo cargado y detallista, influido por Breccia pero también reminiscente de la obra de John Buscema o Frank Frazetta, atrajo la atención de la editorial de Héctor Germán Oesterheld, para cuyas revis ...
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