Stabruck odia la ciudad. La odia con el alma, con sus entrañas, con toda la fuerza con que se puede odiar algo. Y por eso ha decidido destruirla. No es un plan que se le ocurrió de golpe. No, lo viene rumiando desde su infancia, desde que los demás se burlaban por ser el hijo de un asesino. Amasó una buena fortuna y se forjó un nombre en el mundo criminal. Y desde su departamento, en el último piso del edificio más alto, verá cómo se desatará el infierno sobre ese animal carroñero que lo mantiene atado, alimentado solo con su odio. Por eso ha contratado a los mejores mercenarios, hombres sin corazón y sin alma.
Thrumps es el mejor oficial de inteligencia policial. Ha luchado para serlo y para poder largarse de esa ciudad maldita. Pero el plan de Stabruck corta con todos sus preparativos. Es la ciudad que lo rodea con sus brazos, que prefiere asfixiarlo a dejarlo marchar.
Nadie sabe de donde provienen los golpes: un atentado, una explosión o un incendio sin lógica recorren la ciudad. En medio del caos, alguien pide un rescate. Pero a nadie le importa el dinero: Thrumps interroga, presiona y amenaza a la escoria de la ciudad sin conseguir nada. Solo una chica medio muerta le da un par de pistas que, finalmente, resultan ser una trampa. Está atado de pies y manos, viendo como la maldita ciudad se devora a sí misma. Y sin embargo… Una vuelta inesperada del destino le hace descubrir que la esposa del comisionado tiene un amante. Es ella, sin saberlo, quien ha estado informando al enemigo. Ahora la presa es la que sale a cazar y el segundo de Stabruck revela todo el plan. Para cuando Thrumps encuentra al millonario criminal, Stabruck está muriendo. No logró derrumbar la ciudad hasta sus cimientos, pero igual muere satisfecho. Quizás sepa, o adivine, que ha arruinado suficientes vidas.
La convocatoria de las fuerzas armadas resulta efectiva para controlar los ataques. La ciudad fue gravemente herida pero sigue viva. En el fondo, nada ha cambiado. Thrumps lo sabe, entiende muy bien por qué Stabruck quiso matarla. Y finalmente la abandona, no para cumplir sus sueños pospuestos, no para buscar una vida mejor. La abandona simplemente porque tiene miedo.
Líder de la red criminal que controla el bajo mundo de la ciudad. Su mayor anhelo es verla reducida a escombros, muerta. Lo ve como un acto de venganza, porque culpa a la ciudad de su propia, e inminente, muerte.
Un policía que conoce la ciudad al mínimo detalle. Su mayor anhelo es irse de ese lugar, al que considera un espejo del infierno.
El comisionado. Ante los sucesos provocados por el criminal, le niega un traslado a Thrumps, obligándolo a ocuparse de los ataques.
El alcalde. Muchos creen que podría postularse a gobernador.
El segundo de Stabruck. Se ocupa de coordinar todos los detalles para cumplir el plan de su jefe. Y es el amante de Sharon.
La esposa del comisionado, a quien le gusta hablar mucho después del sexo.
Una víctima de sobredosis que posee información útil para Thrumps. Pero ni el policía ni ella saben que esa información es falsa.
Guión: Eduardo Mazzitelli
Dibujo: Ángle “Lito” Fernández
Stabruck odia la ciudad. La odia con el alma, con sus entrañas, con toda la fuerza con que se puede odiar algo. Y por eso ha decidido destruirla. No es un plan que se le ocurrió de golpe. No, lo viene rumiando desde su infancia, desde que los demás se burlaban por ser el hijo de un asesino. Amasó una buena fortuna y se forjó un nombre en el mundo criminal. Y desde su departamento, en el último piso del edificio más alto, verá cómo se desatará el infierno sobre ese animal carroñero que lo mantiene atado, alimentado solo con su odio. Por eso ha contratado a los mejores mercenarios, hombres sin corazón y sin alma.
Buenos Aires, 1941, más conocido como Lito Fernández. Dibujante argentino de historietas, cursó estudios de dibujo en la Escuela Panamericana de Arte con Alberto Breccia y Ángel Borisoff. Publicó su primer trabajo en la revista Día D, con guion propio. Colaboró luego en Hora Cero y otras publicaciones de la Editorial Frontera. Tuvo el personaje de «El hombre cometa» en la revista Poncho Negro. Hugo Pratt lo convocó en 1963 para dibujar Misterix. Dibujó luego personajes e historietas sueltas para la Editorial Columba; el más destacado, Dennis Martin, con ...
Leer másNació en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires, el 4 de noviembre de 1952. Inició su carrera en la Editorial Columba. Su primer guión publicado se llamó “El crimen del río” y fue publicado en la revista Fantasía, de Editorial Columba. Más tarde, gracias a la intervención del dibujante Gerardo Canelo, le avisó que Alfredo Scutti, director de Ediciones Récord, estaba buscando guionistas. Sus guiones gustaron y se publicaron tanto en la Skorpio argentina, como en la versión italiana editado por la entonces Eura Editoriale. A partir de los años 90' ha realizado una ...
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