Domingo Roberto Mandrafina

Domingo Roberto Mandrafina

Nacido en (Buenos Aires, 2 de noviembre de 1945.

Dibujante argentino de larga trayectoria, de trazo adecuado para el género negro, que evolucionó hasta lograr un estilo muy singular e identificable en los finales setenta como lo fueron algunas de sus series de aquel tiempo, cargadas de alegorías sobre la realidad social argentina. Pese a este detalle, se trata de uno de los autores argentinos con mayor proyección internacional, sobre todo en Europa.

El dibujante, ilustrador e historietista Domingo Mandrafina, conocido por «Cacho» entre sus amigos y compañeros de profesión, nació en Buenos Aires en noviembre de 1945. Muy atraído por las obras del estadounidense Milton Caniff, siguió los pasos estilísticos de Arturo del Castillo, Hugo Pratt y Alberto Breccia y decidió convertirse en historietista solapadamente, dibujando a escondidas fuera de sus horas de trabajo como contable.

Tras cursar estudios en el IDA realizó algunas historietas para varios sellos y publicaciones en los finales sesenta, como Patoruzito, o Billiken. En 1971 comenzó, de la mano de Lito Fernández, su larga relación con Editorial Columba: primero dibujando pequeñas historias unitarias para la revista Intervalo, luego abordando adaptaciones de películas a la historieta. Se integró en un estudio de dibujantes, junto con Macagno y Marchionne, y luego Enrique Breccia, y con ellos destinó sus esfuerzos para historietas de toda índole, incluso bélicas dirigidas a través de agente para el mercado escocés a mediados de los años setenta. Desde allí elaboró algunos de sus primeros trabajos memorables, todos de género policiaco: en colaboración con Ray Collins, algunas historietas que se publicaron en Skorpio; con el guionista Robin Wood, en 1978, la serie policiaca Savarese, que se extendió más allá del centenar de episodios; y con Guillermo Saccomano, El condenado, en 1979, para el sello Record.

Hacia fines de los años setenta, Mandrafina había demostrado ya su gran capacidad para la escenificación y para la caracterización de personajes, con un estilo sobrio y duro, ducho en el manejo de sombras. A partir de los primeros ochenta inició otra carrera creativa ligada al guionista Carlos Trillo con obras vinculadas con el género negro pero con otro mensaje. Primero con la arriesgada historia sobre desaparecidos «Los misterios de Ulises Boedo», luego con una serie de populares historias mudas que se publicaron en la revista Superhumor de Ediciones de la Urraca, y más tarde con la serie El husmeante para la publicación sicalíptica y contraria al régimen militar dictatorial Don. Con Trillo continuó elaborando Mandrafina este tipo de obras cargadas de mensajes alegóricos, fuerte sarcasmo y con un telón negro siempre de fondo: Piñón Fijo, Peter Kampf lo sabía, Cosecha verde (y su continuación El iguana), Spaghetti Brothers, más tarde Dragger… Todas estas obras, a diferencia de las realizadas para Columba que se exportaron casi exclusivamente al mercado italiano, le abrieron a Mandrafina las puertas del mercado internacional, puesto que desde mediados los años ochenta comenzaron a traducirse en España, Francia, Italia, Alemania y también en los Estados Unidos.

Mandrafina también trabaja durante los ochenta con otros autores, aportando obras memorables también, sobre todo dos con Enrique Breccia: Metro carguero y Espartaco, que también constituyen metáforas sobre la necesidad de los hombres de luchar contra las desavenencias en el contexto donde actúan. El segundo trabajo llevó guión de Ferrari, con quien también trabajó Cacho en El Golem. Con Saccomano dibujó Republiqueta.

En los años ochenta y noventa Mandrafina dejó de colaborar con los sellos argentinos para trabajar casi directamente para los mercados exteriores. Así se concibieron, por ejemplo, El iguana, Dragger, Vieilles canailles o Spaghetti Brothers, todas obras con Trillo, teñidas de género negro que se publicaron tanto en Europa como en América. Para el mercado italiano, más recientemente, Mandrafina se ha incorporado al elemento de dibujantes de Dylan Dog en Italia. En Argentina, mientras ve cómo se reeditan sus obras, ha seguido dibujando historietas para su país y para el mercado exterior.